El pasado sábado 6 de septiembre, en la tarde, nuestra comunidad se reunió para celebrar con gran alegría la Misa a la chilena, en el marco del domingo XXIII del tiempo ordinario, bajo el lema: “Quien no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo”.
La Eucaristía fue presidida por el Padre Juan Saúd, acompañado por el diácono Luis Ravest, las distintas pastorales de la comunidad, las Hermanas Angélicas y numerosos feligreses que, con vestimentas típicas, celebraron la Cena del Señor al ritmo de nuestras raíces: cuecas, tonadas y trotes.
El Evangelio según San Lucas nos recordó que, para seguir a Jesús, debemos ordenar nuestra vida de manera que el Reino de Dios sea lo primero. Todo lo demás debe ocupar un segundo lugar. En la reflexión, se nos invitó a reconocer que el camino del discípulo puede implicar sacrificio, persecución y cruz, tal como lo vivió Cristo. Ese día se distinguirán los verdaderos discípulos, los que han hecho una opción definitiva y sincera por el Señor. La pregunta queda en el corazón de cada uno: ¿Estamos dispuestos a correr riesgos por Jesús y a tomarnos en serio su Evangelio?
Al término de la Santa Misa, un integrante del Grupo Folclórico Nueva Esperanza ofreció con alegría y devoción un homenaje a nuestra Virgen del Carmen, Patrona de Chile, con un zapateo lleno de fe y tradición.
Finalmente, se dio inicio a la tradicional fonda de la capilla “La Chilenita Picarona”, organizada en unión de todas las pastorales, con el objetivo de recaudar fondos para las mejoras y el mantenimiento de nuestro templo.
Fue una jornada donde la fe, la cultura y la vida comunitaria se unieron en una misma celebración, fortaleciendo nuestra identidad cristiana y chilena.















