El pasado domingo 31 de agosto, XXII del tiempo ordinario, día en que la Iglesia conmemora a San Ramón Nonato y en el que se celebró también la Jornada de Oración por los Pueblos Originarios, nuestra comunidad vivió una jornada llena de fe y alegría bajo el lema evangélico: “Todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado”.
En esta Eucaristía, presidida por el Padre Juan Pablo Valderas, 13 niños de la catequesis familiar recibieron por primera vez el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. Fue el fruto de casi dos años de preparación junto a sus catequistas Gabriela y Ariel, el acompañamiento constante de sus padres y el apoyo de los catequistas de padres Lenka y Manuel.
El Evangelio nos invitó a reflexionar sobre la verdadera grandeza: no está en el protocolo ni en los primeros lugares, sino en el valor que damos a los demás. El Señor nos recuerda que cuando buscamos ser reconocidos por encima de los otros, corremos el riesgo de despreciar a nuestros hermanos. Las relaciones entre cristianos están llamadas a construirse únicamente en el amor y el servicio.
Durante la celebración, el servicio de acolitado estuvo animado por jóvenes de la Parroquia Madre de la Divina Providencia de la capilla San Pablo y del Colegio El Salvador de San Vicente de Tagua-Tagua, quienes colaboraron con entusiasmo y dedicación.
La comunidad agradece de corazón a todos quienes hicieron posible esta hermosa fiesta de fe: a los catequistas que guiaron el camino de los niños y sus familias, a quienes adornaron y prepararon el templo, al coro San Pablo, a los monaguillos, a las Hermanas Angélicas, al Padre Juan Pablo y a cada feligrés que participó con oración y alegría.
Que esta celebración sea un signo de esperanza y de renovación en la fe para toda la comunidad, recordándonos que el verdadero discípulo de Cristo es aquel que se entrega en el amor humilde y el servicio generoso.




